domingo, 9 de enero de 2011

APRENDIENDO A MONTAR EN BICI

A mi hija le han regalado los reyes magos una bici. Pero una bici sin ruedecitas de detrás. Ya de persona mayor. Y hoy nos hemos ido a enseñarle a montar en bici. Porque creo que está en la genética de los padres el asumir que lo enseñar a montar en bici a los hijos nos corresponde. No se sabe muy bien por qué pero es así.

Y nos hemos ido a una zona sin peligro. Sin peligro para los demás, porque para ella, todo era peligro. Y se ha pegado unos tortazos de aupa. Pero ella se levantaba y otra vez a intentarlo.

Y he pensado en lo flojos que somos cuando no tenemos interés en la vida: gente que se daba de baja a la mínima antes de la crisis, y ahora la baja no se la pide ni el tato; cansancios ante lo que no nos interesa; etc... y en cambio, superamos todos los cansancios y todos los inconvenientes que se nos ponen por delante de lo que nos interesa.

Pero en eso todos somos iguales: da igual el color, el sexo o la edad: ante lo que nos gusta nos superamos, pero cuando no tenemos interés, cualquier inconveniente nos vale.

Eso salvo que la objeción sea objetiva: mi hija ha dejado de montar en bici porque se ha dado un tortazo en la entrepierna que me ha dolido hasta a mí. Y ahí si que no cabía ni deseo ni ilusión, que el dolor ya ha sido mayor....

En fin así somos en la vida: como los niños pero con maldad......

Hasta otra.

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